sábado, 30 de julio de 2016

Por él -Capítulo 2


Capítulo 2

Basil apenas logró evitar mostrar un rostro de susto ante la idea.

-Ah… Andry… tú sólo llevas dos meses jugando, tal vez deberías esperar hasta el próximo año- intentando razonar con su hijo, sintiendo los problemas cerca, pues el chiquillo se veía realmente decidido a aquello y cuando se le metía algo en la cabeza era difícil hacerlo desistir.

-Yo creo que no estaría mal que entrara, Andreas es muy bueno en el juego, creo que podría obtener un buen lugar- habló Mark y Basil le miró con cierta angustia.

-Sí, pero ese torneo es este inicio de semana y ese mismo día comienzo en el proyecto nuevo… Mark, no podré llevarlo…- Jason jamás se presentaba a sus propios torneos, enviaba a su tío o a algún otro representante, pero aún así no quería arriesgarse.

-No hay problema, Basil. Yo y Niki lo podemos llevar, de todos modos queríamos ir, ya no estoy en ese mundo pero siempre es agradable ir a ver.

-Bueno…- Basil dudó viendo el rostro resuelto de su niño fijo en él- Supongo… que entonces está bien- después de todo así Andreas estaría entretenido en algo mientras él trabajaba, le convenía a él, de cualquier forma- Gracias Mark…

Y así fue, el lunes siguiente, a las nueve de la mañana, los tres estaban en el estadio Lakis.

-Bien, ya te hemos inscrito Andreas, ahora te vamos a dejar aquí con los demás participantes y estaremos desde las gradas apoyándote ¿está bien?- era Niki el que le hablaba al niño pequeño que miraba todo aquel lugar sin que su rostro demostrara demasiado, pero para los que lo conocían podían ver que estaba emocionado, sus ojitos grises brillaban con ansiedad y se paseaban por todo el lugar, para alguien como él observar y atrapar la realidad en su mente era en sí una experiencia deliciosa.

-Tranquilo tío Niki, estaré bien, no estoy nervioso- y no mentía, no estaba nervioso, pero si excitado, Mark se le acercó agachándose frente a él.

-Lo harás muy bien, eres bueno, Andreas. Ahora te dejamos, te vendremos a recoger aquí en cuanto el torneo acabe ¿ok? Así que espéranos- el niño asintió y los dos mayores se marcharon a las gradas mientras un hombre de cabellos negros inauguraba el evento en nombre de su sobrino.


Al mismo tiempo en uno de los foros de la empresa de Basil, éste supervisaba que el equipo estuviese todo en su sitio para las fotos preliminares que tomaría ese día.

- Bueno Mimi, hoy iniciamos el trabajo, te han dado la lista de los afortunados que serán captados por mi cámara ¿verdad?- acercándose a su asistente y ella solo sonrió con una expresión de “si, lo que tú digas”, asintiendo.

-Sí, ya me han dado la lista- sonriendo ante la forma de expresarse del otro- creo que este será un trabajo muy agradable para mis pupilas- repasando la lista una vez más.

-Bien ¿y quién es el primero?- Basil entrelazó los dedos de sus manos para desentumirlos.

-Los primeros, más bien. El calendario grupal será el primero que se hará porque los modelos tienen vidas ocupadas y agobiantes, supongo que te imaginas la cantaleta, y ya que muchos de ellos no posarán para calendarios individuales tenemos que dejarlos libres lo antes posible.

-Más de un modelo ¿eh?- viendo la larga lista sin apreciar ningún nombre en realidad-Éste será un largo día- suspirando de nuevo- Hoy haremos las fotos para enero, febrero y marzo ¿verdad? ¿Quiénes posaran?- esos ya estaban pensados por el fotógrafo anterior.

- De hecho ellos están por allá- mostrándole a los modelos que eran atendidos de la mejor manera posible mientras el estilista les arreglaba, Mimi le estaba diciendo los nombres de cada uno de los empresarios, actores y deportistas que estaban ahí, pero su mirada y su atención se había quedado estancada en una melena castaña y en unos molestos ojos grises que no parecían nada contentos de estar ahí.

-Lakis…- murmuró casi sin darse cuenta.

-Sip, ese último es Jason Lakis, si me lo preguntas, tan pronto salga compraré su calendario exclusivo- Basil se asustó al escuchar aquello, que por favor no le dijeran que encima de tener que soportarlo en la sesión de ese día tendría que soportarlo después en solitario… no, que no le dijeran eso. Que por favor alguien le dijera que no era Jason Lakis el que se había apartado de los estilistas caminando hacia donde él se encontraba.

-Dios… me encanta cómo camina- le habló Mimi al oído sin que él pudiese apartar la vista de la elegante figura que no había podido contemplar desde hacía ya casi cinco años y sea dicho de paso se había puesto más atractivo de lo que ya era, sus facciones y su cuerpo ya no eran los de un adolescente, no, estaba mucho mejor de lo que pensó que podría estar─ Basil, dime que le tomarás fotos sin camisa…- Basil volvió a la realidad con el nuevo susurro de Mimi en su oreja y estaba por contestarle cuando una voz mucho más cautivadora inundó sus oídos.

-Vaya, vaya…  parece que los perros viejos si pueden aprender nuevos trucos, ¿qué piensa esta compañía para enviar a un animal como tú a hacer el trabajo de humanos?- viendo con superioridad de arriba a abajo la delgada figura de Basil, vestido con jeans de mezclilla y una playera blanca, no muy diferente a como se vestía en la preparatoria, solo algo había que admitirle, aquel cuerpo ya no era el del muchachito de entonces….

-También estoy extasiado de verte, Lakis- le contestó Basil entre dientes controlándose a sí mismo para hacer su trabajo lo mejor posible, sin golpear a aquel bastardo en el proceso. Suspiró interiormente tomando valor y habló relajando su rostro contraído por la molestia- Seré su fotógrafo hoy, espero que trabajemos bien juntos, señor Lakis- Y el susodicho le vio con el rostro en alto, dedicando apenas una mirada discreta a la acompañante del rubio.

- ¿Serás tú el fotógrafo principal?- Basil asintió y el rostro de Lakis se modificó en una mueca burlona- No creo que un callejero como tú sea capaz siquiera de sostener una cámara entre sus patas- se rió sin discreción alguna y Basil contó hasta diez sin resultado.

-Puedo hacer mi trabajo perfectamente y mucho mejor que cualquiera Lakis, así que te agradecería que cerraras tu petulante boca y me dejases trabajar en paz- saliendo un poco de sus casillas, podía no ser más un chaval pero Lakis seguía teniendo el mismo efecto en él que en antaño.

-Ah- Lakis parecía disfrutar de haberle hecho enfadar- te sientes muy seguro de ti mismo ¿eh?  Ya veremos qué clase de trabajo puedes hacer- le retó con una sonrisa y regresó con los estilistas para que terminaran de arreglarle.

Basil suspiró y sólo después de unos momentos se percató de la mirada de Mimi sobre él.

- ¿Conoces a Jason Lakis?- Basil enredó sus dedos en los cabellos de su nuca intentando relajarse.

-Algo así, fuimos compañeros en la escuela y como podrás ver jamás nos llevamos bien- se tranquilizó y dando una mirada furtiva a sus modelos, les dio la espalda. El fotógrafo anterior ya había decidido qué escenarios se usarían para aquellas fotos, así que solo le tocaba terminar el trabajo, aun así le tomaría más tiempo del que quería dar- Este será un largo…largo día…

Y en verdad que lo fue, algunos modelos no congeniaban con otros, había demasiados Alfa en la misma habitación. Basil intentaba hacer su trabajo lo mejor posible, era bueno, pero era especialmente agotador hacerlo bajo cierta penetrante mirada gris. Ese bastardo hacía que todo se borrase de su cabeza, incluso su pequeño hijo, quien no estaba mejor que él.

Aunque la molestia de Andreas era un poco diferente, estaba tan acostumbrado a jugar con Mark que aquello era muy frustrante, ninguno de los jugadores con los que se había enfrentado era bueno, todos eran unos tontos que no podían usar su avatar como debían…

-Lo has hecho muy bien Andreas- le felicitó Niki al llegar con él, al principio los otros niños se habían burlado y confiado al ver que tenían que jugar contra un pequeño de cuatro años, pero conforme pasaban las partidas Andreas había sorprendido a más de uno.

-Esto es aburrido- se quejó pateando el suelo y Mark sonrió un poco, de alguna manera sabía que algo así sucedería.

-Si ganas contra los niños posiblemente te escuchen si dices que quieres jugar contra los mayores, hay mejores jugadores ahí- Andreas levantó la mirada, sus ojitos de repente parecían emocionados de nuevo.

- ¿En serio? ¿Crees que sea posible?-  Mark se encogió de hombros.

-Por supuesto ¿por qué no?- le sonrió y con aquella idea Andreas sonrió un poquito, volviendo a clavar la mirada en el área de juegos donde pronto tendría que estar de nuevo.

El día pasó y Basil había ido a recoger a su hijo a casa de sus amigos, le informaron de cómo habían estado las cosas y pensó que al menos algo bueno había resultado de aquel día aunque se marchó enseguida a casa… estaba realmente agotado.

Nada más llegar se tumbó en el sofá y Andreas dejó su mochila en la entrada caminando a la cocina, sirvió agua fría del bebedero en una taza y después puso dentro una bolsita de té instantáneo y se lo llevó a su papi, a él le gustaba beber té para relajarse cuando llegaba muy cansado del trabajo, aunque había tenido que acostumbrarse a beberlo frío desde que Andreas se lo llevaba, sería fácil comprar un bebedero electrónico pero le daba pánico pensar en Andreas quemándose con el agua caliente. Dudaba que el seguro para niños fuese un impedimento para el pequeño rubio.

-Gracias peque- le habló a su niño sentándose en el sillón como Dios manda, bebiendo un poco- Ahora sí, cuéntame bien ¿cómo estuvo el torneo?- Andreas sonrió como solo lo hacía con su papá.

-Ninguno sabía jugar, pero fue genial, nunca había jugado con esos cascos- sonrió haciendo señas sobre su cabecita- Podía ver a los mostros pelear y rugían y todo, una vez casi me caigo cuando uno de mis soldados explotó- Basil sonrió al pensar en lo nuevo que debía ser todo aquello para el niño- Me gustaría que me regalaran uno de esas maquinotas si gano- sonrió y Basil le vio.

-Es cierto ¿cuál es el premio si ganas?- Andreas se quedó pensando, no se acordaba y era porque no lo había visto.

-Eh… creo que no me fije… yo solo quería jugar…- se levantó y fue corriendo hasta su mochila regresando con la papeleta que le habían dado al inscribirse- Dice… que me darán 5 mil dolades… y un juego de ah… visión virrrrtual, yo quiero que me dejen jugar en las maquinotas ¿Qué es eso que me darán si gano? – pregunto viendo a su papi que tomó la papeleta de sus manos.

-Ah…bueno hijo, creo que esto es mejor de lo que querías… 5 mil dólares- fingió hacer cuentas – eso debe alcanzarte como para…un año de flan napolitano- el niño abrió los ojitos grandes, Basil no había hecho cuentas para nada, solo había dado el primer ejemplo que se le había venido a la cabeza.

- ¿En serio?- Basil sonrió y asintió.

- Sip…pero no dejaré que lo gastes en eso si lo ganas…- viendo la carita de desilusión del niño- tal vez solo medio año… con lo demás te comprarás algo que te dure un poco más ¿ok?

- ¿Algo cómo qué?- haciendo caritas de desagrado.

-Bueno si lo ganas será tu dinero así que, no sé, algo como, ropa o…- se le quedó viendo al niño- tu querías aprender a usar el ordenador de papá ¿verdad?- el niño asintió sin entender.

-Bueno, papi puede seguir comprándote flan los fines de semana y Mimi de vez en cuando a mis espaldas- el niño se sonrojó y se rió traviesamente al notar que su papá sabía lo de Mimi- y bueno, con esto podrías comprarte un ordenador para ti - sonriendo y el niño saltó del sillón al piso.

-¡¡Mañana voy a ganar!! – Sonriendo de oreja a oreja volteando a ver a su padre- los torneos son geniales papá, además dice Mark que si gano tal vez me dejen jugar contra los grandes- Basil sonrió divertido, ya ni recordaba lo cansado que estaba.

-Tal vez lo hagan Andreas, tal vez lo hagan- aunque el niño vio la papeleta que aún tenía su papá.

-Papi…y que son los... ¿las cosas de visión virrtual? -Basil sonrió y se levanto del sillón, tomó su ordenador portátil regresando a sentarse y lo encendió indicándole a Andreas que se sentara a su lado.

-Creo que esa parte te va a gustar más- buscando en Internet alguna simulación hasta que la encontró mostrándosela a su pequeño que se quedó impresionado.

- ¡Wao! ¡¡Eso es como tener una de esas maquinotas portátiles!! – Basil rió, le encantaba ver a su hijo tan feliz, que Andreas entrara a aquel torneo había sido una buena idea después de todo.

-Mmm, sí, se podría decir que si, ahora, dime, ¿quién va a ganar el torneo mañana?

-¡Yo!- Basil tomó a su hijo en brazos alzándolo por encima de su cabeza.


-¡Ése es mi niño!- dando vueltas por la casa.



 

sábado, 23 de julio de 2016

Por él -Capítulo 1


Capítulo 1
Cuatro años después…

Basil estaba en una sesión fotográfica al aire libre, la modelo de aquella campaña era especialmente hermosa, era del tipo de chica con la que le gustaba trabajar, accesible, positiva y con presencia frente a la cámara, era increíblemente fácil hacer buenas tomas, estaba tan emocionado que se terminó el rollo casi sin darse cuenta.

-¡Tomemos un descanso de diez minutos!- anunció al staff, estaban en un parque, el día estaba despejado y el sol brillaba en lo alto del cielo, era simplemente un día perfecto para el trabajo que tenía pensado, las fotos seguramente saldrían como se habían proyectado en su imaginación. Basil nunca había sido especialmente inteligente, cuando sus amigos habían decidido que querían ser en la vida él se había quedado en blanco, cuando decidió ser fotógrafo no estaba realmente seguro de lo que hacía, pero ahora ya a más o menos nueve años de haber tomado aquella decisión sabía que era la mejor que podía haber hecho en el mundo. Bueno, tal vez la segunda mejor decisión que había tomado en el mundo, la primera por supuesto era…

-Papá, tengo hambre- un hermoso niño rubio le jaló el pantalón observándole desde abajo, era pequeño a sus escasos cuatro añitos de edad, sostenía un librito de cuentos en la mano, ya sabía leer, también mostraba una sorprendente noción de los números, las cantidades y el espacio, sin duda había heredado de su padre biológico algo más que aquellos hermosos ojos grises.

-Ven aquí, peque- le habló levantándolo en brazos-. Le pediré a Mimi que nos traiga algo de comer ¿vale? Cuando lo traigan me tomaré otro pequeño descanso para comer contigo ¿ok?- el niño asintió y Basil le besó la frente bajándole de nuevo al suelo, el niño caminó hacia una de las bancas del parque donde estaba observando a su papi trabajar, el libro que tenía ya lo había aburrido.  Vio como la muchacha que su papi había estado fotografiando se acercaba y la observó con sus ojos limpios y curiosos clavados en cada parte de la chica, tenía una memoria bastante peculiar por lo que no podía resistir la tentación de grabar cada imagen que observaba con todo detalle en su cabeza, muy a pesar de que no lo necesitaba apenas con un vistazo todo se quedaba en su mente.

-Hola peque- esa muchacha tenía todos los dientes muy blancos y parejos.

-Hola, tienes lindos dientes- la muchacha sonrió aún más, como luciendo aquellos preciosos dientes, Andreas hablaba muy bien y en ocasiones lo que decía parecía sorprendentemente maduro para su edad a pesar de que tuviese problemas para pronunciar la r.  Con todo, de vez en cuando soltaba frases inocentes y más acordes a su edad, como aquella.

-Vaya, muchas gracias, soy Elena, si no me equivoco tu eres Andreas ¿verdad? Eres el hijo de Basil ¿cierto?- el niño le vio y asintió observando los gestos de la muchacha – Tu papá y yo somos amigos- le habló con simpatía, observó que sostenía un librito y sonrío señalándolo- ¿Te gusta ese libro? ¿Quieres que te lo lea?- la chica sentía pena por el niño, debía estar muy aburrido.

- No- contestó con simpleza -Ya lo he leído muchas veces, me aburde- atorándose en algunas palabras al hablar, después de todo y a pesar de su inteligencia era un niño de cuatro años, la chica sonrío divertida ante la ocurrencia del pequeño.

-Ya veo, con que lo has leído ¿eh?- y el pequeño cambió su expresión tranquila por una molesta, sabía que aquella muchacha no creía que supiese leer, por lo que se bajó de la banca caminando hacia su papá sin decir nada más ¿por qué su papá solo tenía por amigos gente tonta? Bueno, excepto Mimi, ella era linda, le daba juguetes y comida, también le daba dulces y cuidaba de su papi, si, definitivamente Mimi no era tonta y sí era linda, también le gustaban Niki y Mark, ellos tampoco eran tontos.

-Peque- le habló la susodicha Mimi, acercándose al niño- Voy a ir a buscarles algo de comer, ya sabes tu papá escoge la comida, pero puedo traerte un postre ¿quieres alguno en especial?- El pequeño sonrió como mil soles, como había aprendido de su papi a hacerlo.

-Si- habló entusiasmado- Quiero pan napolitano- dijo sin dudar y la chica sonrío acariciándole el cabello rubio y ondulado.

-Querrás decir flan napolitano ¿no? Ok, trabaja una orden de flan – todos por ahí sabían que Andreas amaba el flan desde que su papá se lo diera a probar por primera vez, era fácil hacerle obedecer con tan solo mostrarle una rebanada, aunque también era cierto que a sus cuatro años el niño había aprendido ya a manipular a los adultos a su alrededor. Basil se esforzaba en ponerle límites, pero la inteligencia del niño era algo con lo que a veces no sabía cómo lidiar.

La tarde paso lenta pero agradable, Basil agradecía que su niño aún no tuviese que asistir a los grados escolares obligatorios pues de otra manera se vería en graves aprietos para administrar su tiempo, no sabía cómo haría cuando tuviese que llevarle, pero esperaba poder arreglárselas como lo había hecho hasta ahora,  Mimi siempre podía hacerle el favor de ir a buscarlo si él se encontraba trabajando. Criar a un niño solo y con un trabajo que no tenía un horario fijo era difícil, pero valía la pena.

Iban ya de noche en el metro cuando el niño se durmió  a su lado acomodando su rubia cabecita en su regazo, Basil amaba a aquel pequeño, no podría haberlo amado más de haber sido su hijo biológico, lo adoraba con locura, era el centro de su universo y su apoyo para enfrentar el día a día, sólo necesitaba una mirada a aquellos inocentes y penetrantes ojos grises para sentir que tenía fuerzas para enfrentarse al mundo entero.

El tren se detuvo en su estación y no queriendo despertarlo tomó al infante en brazos acomodándolo contra su hombro, estaban ya cerca de su departamento y caminó fuera del metro por las solitarias pero tranquilas calles de su vecindario, el portero le saludó al entrar al edificio y subió por el ascensor mecánico sonriendo un poco al notar que el estruendoso ruido de éste al comenzar a subir no despertaba a su pequeño.

Llegó hasta su departamento y dejó los zapatos en la entrada, su cámara y maleta en el sillón de la sala y caminó con cuidado hasta la habitación del niño dejándolo despacio en su cama, era un departamento modesto pero cómodo para un padre soltero con su hijo, solo había un baño con regadera, la pequeña cocina, la sala comedor y dos habitaciones, la de Basil, la del pequeño y un armario que el rubio había acondicionado para trabajar, era la única habitación que estaba bajo llave ya que no quería arriesgarse a que el niño entrase y tuviese alguna clase de accidente con los químicos que utilizaba para el revelado de sus fotos.

La habitación de Andreas era una habitación blanca, tenía las paredes un poco manchadas, producto de ser la habitación de alguien de esa edad, hacía ya tres años que Basil no había podido pintar la casa así que aún estaban las manchas de cuando había comenzado a caminar sosteniéndose de las paredes en algunas ocasiones.

A pesar de todo la casa estaba limpia. Cuando Anna le había dejado al bebé, él no vivía en aquel lugar, vivía en un departamento más céntrico y mucho más modesto por difícil que pareciera creerlo, su habitación siempre había sido un desastre pero ahora, con aquella criatura, realmente sentía que se había convertido en una mejor persona, se había obligado a madurar en cuestiones del hogar y ser más responsable de sí mismo para poder ser responsable de su pequeño.

El lugar completa ahora estaba casi siempre limpio, había comida saludable en el refrigerador y todas las precauciones que deben tomarse con un niño en casa.  Basil realmente se esforzaba cada día, aunque su carrera había empezado a ir bien hacía cuatro años, el progreso se había vuelto un poco más lento, había tenido que rechazar algunos trabajos por cuidar bien del chiquillo, al menos  hasta hacía tres meses cuando una famosa agencia publicitaria le había contratado como uno de sus fotógrafos principales.

Andreas era un niño demasiado inteligente como para ser un obstáculo y en aquellos tres meses apenas con pequeños pero eficientes trabajos, Basil se había vuelto de confianza para la compañía, estaba contento con su vida, tal vez dentro de poco pudiese darle más de lo que merecía a su pequeño.

Basil paseó la mirada por la habitación, realmente hubiese deseado poder ofrecerle más, era bastante modesta, el mueble blanco y azul con la ropa del niño, un juguetero pequeño y la cama individual donde ahora lo tenía recostado. Muchos podrían decir que al rubio menor no le iba mal, pero cuando Basil se ponía a pensar en todo lo que Lakis podría darle a aquel niño sentía que lo suyo eran apenas miserias indignas del pequeño, quien dormido era completamente ajeno a los sentimientos de su padre.

Jason Lakis había nacido en cuna de oro y se había independizado de la empresa de inmuebles de su padre desde los quince años, era un genio y había creado varios videojuegos de realidad virtual que habían sorprendido al mundo, su empresa Unix Lakis había patentado grandes avances en inteligencia artificial e incluso se había dado el tiempo para dar al cine y la televisión innovadores efectos especiales, visuales y de sonido. El hombre era un genio viviente reconocido y deseado, con el cabello negro, la piel aceitunada y unos impresionantes ojos grises, era la fantasía de cualquiera que gustase de hombres con pinta de dioses griegos, el mismo en su tiempo había caído bajo el embrujo de aquellos profundos ojos.

Sintió que se le oprimía el pecho, había estado tan perdido por él…

-Mmm- el chiquillo se movió en la cama y Basil salió de los pensamientos en los que se había sumergido, sonriendo al ver a Andreas moverse en la cama, acomodándose mejor para dormir. Basil se levantó y caminando hacia el mueble de ropa sacó un pijama blanco con un estampado de robots. Era cierto que Andreas jamás había conocido padre diferente a Basil pero también era cierto que la sangre de Jason Lakis corría por sus venas. Basil intentaba convencerse de que era solo coincidencia pero la verdad era que aquel pequeño era un Lakis de pies a cabeza, era inteligente como ninguno, orgulloso, bello y con una perspicacia no propia de un niño de su edad, era diferente, uno que resaltaba entre los demás, tan increíblemente atraído a la invención como su padre.

Recordaba el día que le había tenido que comprar aquel pijama, Andreas jamás pedía nada, sabía esperar a que su papi preguntara si deseaba algo o si gustaría de algo, pero aquella tarde se había detenido a media calle observando a través del aparador de una fina y elegante boutique.

“Papá, quiero ese pijama”

Había dicho una semana atrás señalando lo que ahora el rubio tenía en las manos.

En aquella ocasión se le había oprimido el corazón tan sólo de ver el pequeño robot estampado en la tela, tan parecido al logo de Unix Lakis  - Papi…- Basil volteó creyendo que su hijo se había despertado pero descubrió con una sonrisa que solamente hablaba entre sueños. Con cuidado le cambió de ropa intentando por todos los medios no despertarle, le acarició el cabello rizado y rubio, lo tenía ya bastante largo, casi tocaba sus hombros. Unos minutos después, salió de la habitación dispuesto a tomar una ducha caliente para relajar los músculos y dormir profundamente el resto de la noche.

Pero sus planes no salieron como esperaba, al menos no del todo, estaba por entrar al baño cuando el teléfono sonó. Por un momento pensó en ignorarlo, pero le había costado mucho trabajo su actual buena imagen en la compañía como para echarlo a perder en un minuto, se apresuró a contestar y se felicitó a sí mismo por su decisión al notar que era su jefe quien le hablaba.

El caso era simple y urgente, el fotógrafo principal de la compañía había tenido un pequeño accidente. La empresa tenía en puerta un trabajo muy importante y necesitaban de alguien que se encargara de él, el proyecto actual de Basil era un trabajo simple y estaba ya casi hecho, su jefe quería saber si podría terminarlo a tiempo para tomar el siguiente. No dudó en aceptar, parecía que la suerte le sonreía, empezaría en el nuevo proyecto el lunes a primera hora. 

Así fue como pasó la semana y terminó el fin de la misma en casa de Niki platicándole a éste la buena nueva.

-Eso es maravilloso, Basil- exclamó con emoción el más bajo mientras Mark, la pareja de Niki y también un viejo amigo, llevaba a Andreas a jugar a la sala de su casa.

-Estaba realmente sorprendido pero estoy muy feliz. Una oportunidad como esta no se presenta todos los días- Niki sonrió feliz por su amigo, pero tenía cierta curiosidad que no pudo aguantar.

-¿Y de qué se trata el proyecto que tienes que llevar ahora?

-Son varios calendarios, faltan seis meses para fin de año y yo tengo que tener estos calendarios listos para principios de octubre, seguro has escuchado acerca de la campaña que se está haciendo para fin de año.

-La de caridad ¿cierto? Lo he escuchado, dinero para niños huérfanos, de la calle, enfermos y todo eso ¿no?- Basil asintió.

-Bueno, más de un empresario, actriz, actor, entre otros, son más famosos por su físico que por su trabajo, esta es una buena oportunidad para publicidad, promoción e imagen, así que han aceptado posar para varios calendarios en conjunto y algunos en calendarios exclusivos, la empresa donde trabajo no cobrara un centavo por lo que se hará y donará todas las ganancias  a esta campaña.

-Qué altruista– dijo Nikki levantando una de sus perfectas cejas y  Basil se meció en la silla.

-Claro, nobleza y evadir impuestos de forma legal – se rió y suspiró- Aunque para mí solo significa que tendré mucho trabajo y un muy buen sueldo por esto- Sonriendo como no lo hacía, irónicamente, desde que estaba en preparatoria, la época en que su vida había sido más difícil. Niki lo pensó y por asociación un recuerdo más vino a su mente.

-Oye, Basil… y no te preocupa… ¿encontrarte con Lakis un día de estos?- después de todo ellos, incluyendo a Lakis, se habían conocido en preparatoria. A Basil se le borró la sonrisa del rostro casi sin que él mismo se diese cuenta, bajando la mirada al vaso con agua que tenía en la mano.

-No veo porqué debería pensar en esa clase de cosas, la presencia de Lakis no me importa en lo más mínimo, no tengo nada que ver con ese sujeto- habló con voz parca sin apartar la mirada del agua que se balanceaba en el recipiente, producto de la forma en que meneaba el vaso lentamente de un lado a otro.

-Si tú lo dices… pero le has estado evitando por cuatro años…y no sé por qué…a veces no entiendo qué es lo que pasa por tu cabeza…- Basil levantó la vista apenas un poco.

-Yo tampoco Niki… yo tampoco- sonrió intentando relajar el ambiente- Tal vez no pase nada.

-Eso es muy probable- se escuchó la voz de Mark que entraba a la cocina con Andreas a su lado- Muy diferente a Ann,  que parece una esponja andante, casi me gana esta vez- Andreas caminó hasta su papi subiéndose a sus piernas, se le veía jugar con sus dedos pensativo y Basil sabía que para el niño aquel juego de video que era su única diversión y actividad medianamente interesante en su vida, era algo serio. Andreas jamás había jugado en un campo virtual, solo con Mark en la sala de su casa los fines de semana desde hacía dos meses, él no tenía la tecnología que su padre biológico diseñaba pero era muy inteligente, había aprendido rápido, al principio había estado algo renuente a que el niño jugara videojuegos de estrategia de guerra pero finalmente había cedido ante la incapacidad de Andreas de entretenerse con algo más. Ser un genio obviamente era de gran ayuda.

-No entiendo por qué perdí- los ojos grises y analíticos de Andreas se paseaban por el catálogo de personajes- No lo comprendo…- y Basil sólo le acarició los rubios cabellos, aquellos que eran de las pocas cosas que había heredado de Anna. Lo cierto es que le era difícil hablar con su hijo en ocasiones, no entendía la forma en que su cabecita analizaba así que le era difícil hacerle entender el sentido común, algo como “Mark es un adulto” jamás seria la respuesta correcta.

-No pienses en eso, Mark es un experto en el juego, él ayudo a crearlo, te será difícil ganarle, pero seguro lo lograrás un día de estos - el pequeño solo asintió viendo aún las fichas de características de personaje en sus pequeñas manos blancas. Basil lo observó y le pareció ver el reflejo de Lakis en el niño, hasta ahora, durante cuatro años nadie conocía mejor a su hijo que él, lo veía día a día y no había uno en que le pareciere que su pequeño no se volvía más y más Lakis con el tiempo, solo dos cosas había heredado de su madre, la primera su rubio cabello y la segunda, una especie de adoración por las joyas que no había visto antes en ningún niño, y si acaso alguien notase algo que no encajase ni en Anna ni en Jason, era obviamente lo que había aprendido de su papi rubio.

-Papá ¿por qué dejaste de jugar? Mark dice que hay quienes se dedican a esto, ganan torneos y prueban juegos nuevos- preguntó el pequeño a su padre mirándolo a los ojos como esperando que la respuesta le dijera qué era lo que él estaba haciendo mal, lo cierto es que el niño siempre perdía y no podía soportarlo, era bueno pero contra el único contra el que había jugado hasta ahora era con Mark, co-diseñador de la plataforma, por lo que no había logrado ganar ni una sola vez.

-Eso fue porque no soy esa clase de persona, hubo muchas cosas y no tengo nada en contra de los que se dedican a ello pero lo que importa es que yo no estaba hecho para eso y entonces apareció la fotografía, me enganchó y así es como terminé donde estoy- sonriéndole a su hijo que solo murmuró un leve “ah…” antes de volver a bajar la vista al pequeño libro, pero la única verdad es que Basil conscientemente rehuía a cada cosa que le recordara a Jason Lakis. Él incluso había pensado en dedicarse a la programación, era algo que había comenzado a llamar su atención pero había escapado, aquel era terreno de Jason y él no quería estar en el.

-Papá ¿ya nos vamos?- Andreas preguntó viendo a Basil todo distraído- Dijiste que hoy iríamos a comer hamburguesas- Basil le sonrió y asintió.

-Ah sí, es cierto, es cierto, de hecho pasábamos por aquí para ver si deseaban acompañarnos, iremos al establecimiento que está a la vuelta de la esquina ¿quieren ir?- Niki y Mark se miraron unos segundos y un par de minutos después los cuatro entraban al lugar, Basil le preguntó a los tres que querían para pararse a pedirlo pero al final fue Niki el que se levantó, amable como siempre, dejando a Basil, Mark y el niño en la mesa. Aunque Andreas había dejado de pensar en la comida, de repente, su vista estaba fija en un cartel que se encontraba pegado en una de las paredes de cristal- ¿Que sucede Ann?- preguntó Basil al ver a su hijo tan interesado en un punto fijo, volvió la mirada hacia donde observaba el pequeño y notó que era un promocional para el próximo torneo de la compañía Lakis, torneo para programadores y jugadores, tenían incluso una categoría para menores de 12 años.


-Papá…- habló observando el cartel para después dirigir sus decididos ojos grises a su papá- Quiero entrar.



 

sábado, 16 de julio de 2016

Por él -Prólogo


Prólogo

Basil salió de la ducha sintiéndose mucho mejor, afuera había una tormenta espantosa y él había llegado completamente mojado a su casa. Ese año había cumplido veintiuno, ahora era mayor de edad en casi todo el mundo, se sentía relajado y tranquilo en su hogar a pesar de que afuera azotaba la tempestad, la vida era buena con él, lo único que lamentaba es que con el trabajo llegando de todos lados tenía muy poco tiempo para sí mismo. 

Hacía ya un par de meses que no se veía con sus amigos, de pronto se sintió algo nostálgico y se levantó viendo la foto en un marco sobre la encimera. La última vez que habían estado los cuatro juntos había sido en la fiesta de exalumnos de secundaria hacia un año, como sea aquella reunión no era algo que le gustara recordar. 

Apartando la fotografía, dejándola en su sitio nuevamente negó y observó su pequeño departamento, ahora el cielo parecía sonreírle, tenía un lugar acogedor, el trabajo comenzaba a surgir, presentarse frente a él sin necesidad de que tuviese que buscarlo y no tenía ningún problema. Le gustaba compararse con su yo de la secundaria pues había sido la etapa en que más hundido había estado, sin apoyo familiar ni financiero, no podía creer cómo es que se las había arreglado para pasar el día a día. Viendo hacia atrás no podía sentirse nada menos que afortunado.

Lo que Basil no sabía era que una pequeña complicación tocaría aquella misma noche a su puerta, apenas un par de minutos más tarde, cuando el sonido en la puerta le llamó la atención, revisó por la mirilla y se sorprendió al ver a su antigua amiga ahí, por lo que se apresuró a abrir.

-Anna ¿Qué haces aquí?- sorprendido al ver a la rubia chica empapada en su puerta, frente a él.

-¿Eso es todo lo que tienes que decirme? ¿No vas a invitarme a pasar? Tengo un bebé al que le puede dar una pulmonía- Le habló con el ceño fruncido mientras Basil se hacía a un lado dejándola entrar, Anna lo hizo descubriendo al niño, increíblemente estaba seco y dormido, ella lo había protegido con su impermeable.

-Anna, no quiero sonar grosero pero te pregunto de nuevo ¿qué haces aquí?- Anna se giró a verle mientras se quitaba la chaqueta mojada.

-¿Por qué no me das algo de ropa, algo caliente y después hablamos, guapo?- Basil suspiró y fue hasta su habitación regresando con una playera y unos pantalones amplios pues las caderas de Anna eran por mucho más anchas que las suyas.

-Toma… ahora dime ¿qué haces aquí?- Anna comenzó a vestirse, sólo se había dejado la ropa interior y Basil la vio sin sentirse atraído como antaño. Anna incluso desde adolescente había sido una belleza impresionante y en más de una ocasión se había quedado embelesado viéndola solo por apreciar su belleza, pero ahora cuando la veía solo podía luchar contra la sombra de dolor que envolvía su corazón. 

-¿Y mi café caliente?- Basil suspiró de nuevo, sabía que no servía de nada protestar, así que caminó hasta la cocina haciéndole una seña para que lo siguiera - Ven, te haré uno- Dijo para cumplir con su palabra.

Anna se sentó en el comedor rústico y esperó a que le sirviera, cuando él puso una taza de café humeante frente a ella, estuvo segura de que la decisión que había tomado al recurrir a Basil había sido la correcta.

-Ahora Anna, no es que quiera ser insistente y eso pero… ya me explicas ¿qué haces aquí?- Anna le vio y suspiró.

-Anda, siéntate guapo, te voy a explicar- Basil se sentó frente a ella y Anna volvió a suspirar observando su taza de café como si fuese lo más interesante del mundo- Hace…ya un año que no nos veíamos ¿cierto? – Basil asintió- Desde…aquella vez- Basil supo a “qué vez” se refería y miró la mesa y se perdió en la madera, en sus formas y en su color natural, en el aroma a cedro que aún despedía, intentando por todos los medios no pensar en aquella terrible reunión.

-Preferiría que no tocáramos ese tema…- Anna le vio y tomó aire.

-Lamento… haber arruinado lo que pudo haber entre ustedes- Y es que hacía exactamente un año Anna se había interpuesto con toda la intención del mundo entre Basil y cierto moreno de ojos grises ¿Que cómo lo había hecho? Bien, todo se podía resumir en que la rubia se las había arreglado para meterse en la cama del moreno y que el rubio se enterara… bueno, no había sido una cama precisamente.

-Anna, deja eso…

-No… creo que necesito decirlo… yo sabía que tantas peleas no podían ser por nada, sabía que Lakis estaba interesado en ti y tú en él, no es el más amable y caballeroso del mundo pero tiene suficientes millones como para querer monopolizar a ese bombón bastardo… eso fue suficiente para mi…- vio que Basil, medio sonreía ante lo que le estaba diciendo, una sonrisa manchada por la tristeza, y ella le miró a los ojos- … Sé que a ti es al que más lastimé…si te sirve de consuelo casi me golpea cuando supo lo que había hecho- refiriéndose a la forma en que había hecho que Basil se enterara- Cuando nos acostamos… fue uno de esos accidentes que suceden una vez en mil años…- y mientras lo decía la rubia desvió la mirada.

-Hey, Anna…tranquila, de cualquier forma…– suspiró levantándose con ganas de prepararse un café para sí mismo- …lo nuestro no hubiese funcionado ni en un millón de años, jamás hubiésemos llegado a nada, tu lo has dicho, peleábamos todo el tiempo, de hecho, no sé por qué te disculpas, nosotros no intercambiábamos más que insultos- viéndola con una sonrisa- Ahora ¿por qué no me dices lo que realmente quieres decirme? – Anna le vio y se quedó un par de segundos antes de bajar la cabeza y comenzar a hablar. Basil lo agradeció, no tenía caso ocultar sus sentimientos ante ella, Anna era plenamente consciente de lo enamorado que había estado de aquel moreno bastardo, pero admitirlo le hacía sentir como el muchacho insignificante que Lakis siempre había menospreciado en secundaria ¿cómo se había enamorado de él? Incluso para sí mismo a estas alturas era un misterio.

-Me fui de la ciudad hace nueve meses, me metí con gente que no debía y bueno, estafé a quien tampoco debía, me he estado escondiendo por meses… - Observó a Basil y supo que le creía- No quiero meterte en mis asuntos guapo, pero …- dudó antes de hablar, se levantó y comenzó a dar vueltas por la cocina con la taza en las manos- Sucede que el bebé que está en la sala es mi hijo, y ya no puedo esconderlo más, logré hacerlo hasta ahora, que no descubrieran que existe… pero me están pisando los talones… yo… necesito que alguien lo cuide, al menos hasta que logre salir de esto… unos seis meses tal vez…- Basil comenzó a pensar por dónde iba el asunto y comenzó a negar pero antes de que hablara Anna se le adelantó- Pensé en alguien de buen corazón, alguien que le cuidara a pesar de todo, ahora soy madre y quiero que mi bebé esté a salvo.

-Lo que tú necesitas es a Niki- le habló interrumpiéndola, Niki era su mejor amigo y también el joven más adorable y tierno que recordaba haber conocido nunca- No creo ser bueno cuidando niños, Anna… es más, mi carrera está comenzando a ir bien y casi no tengo tiempo.

-Sé que puedes darte un tiempo, además, te vi cuidar de tu pequeño primo cuando te necesitaba, en secundaria tu situación era aún peor y te las arreglaste para hacerlo- Aunque ella ya ni recordaba la cara del niño- ¡No hay persona más adecuada que tú!- le habló exaltándose un poco y Basil suspiró.

-Por supuesto que lo hay ¿Por qué no la habría? – preguntó tranquilamente y Anna le vio en silencio.

-Porque no hay nadie que pueda cuidar a mi hijo con más cariño y dedicación que tú…- Basil sonrió tiernamente sintiéndose halagado por la confianza pero al mismo tiempo no merecedor en lo absoluto de ella, al menos no a tal grado.

-¿Qué te hace creer eso? Anna, no soy un santo- Anna se acercó hasta él viéndole a los ojos, tan cerca que Basil creyó que podía ver su alma.

-Porque tal vez ni su padre biológico podría cuidarle tan bien, atenderlo como necesita y ¿sabes por qué? Por la misma razón por la que sé que tu sí puedes hacerlo, es porque su padre tiene un nombre que tú conoces muy bien- los ojos de Basil se fueron abriendo poco a poco a cada palabra, sabiendo cuál era el nombre que escucharía- Y su nombre es Jason Lakis- Basil desvió la mirada.

-Eres cruel Anna- y Anna le vio sin culpa.

-Debo irme pronto o notarán que estoy aquí- Basil estaba parado ahora y se recargó en la barra de la cocina, viendo como tomaba sus ropas preparándose para marchar- Su nombre es Andreas. Por favor, cuídalo bien. Le gusta que le canten para dormir, duerme mucho y ya ha comenzado a tomar leche en polvo, he traído ya una mamila preparada, te pagaré lo que gastes en él cuando regrese… adiós, Basil- caminando hacia la puerta y en ningún momento Basil levantó la vista, tan sólo murmuró un débil “Adiós, Anna” al escuchar que la puerta se cerraba.

Después de aquel día Basil pasó los días más ajetreados de su vida, el pequeño no era problema, Anna tenía razón, el bebé dormía mucho aunque era normal en un pequeño de su edad, tenía apenas unos tres meses. El problema era cuando estaba despierto, el nene tardó en acostumbrarse a él, así que lloraba siempre que le cargaba, se notaba que buscaba a su mamá. Él era fotógrafo, comenzaba a irle bien así que tenía que ir de un foro a otro, al aire libre y a todos lados con el pequeño, aunque por tonto que fuera, todo pareció valer la penar cuando con los días el pequeño se acostumbró a su presencia y le mostró aquellos preciosos ojitos grises tranquilos, sin lágrimas y su boquita balbuceante haciendo bombitas con la saliva mientras se mantenía tranquilo sólo en sus brazos.

Después, mientras Basil sostenía a su pequeño niño en brazos alimentándolo con el biberón, en las noticias se informaba del trágico accidente de una pobre mujer a las afueras de la ciudad, su nombre: Anna Circe. La novedad: estaba muerta.



 

miércoles, 13 de julio de 2016

Adicción Peligrosa - Capítulo 27



 
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Y aquí termina esta historia!



sábado, 2 de julio de 2016