domingo, 28 de enero de 2018

+Money -Capítulo 13

Capítulo 13


La noche que Nabil había compartido con Theo en su departamento había sido romántica y ardiente, pero la mañana siguiente, mientras jugueteaban en el centro de videojuegos había sido simplemente mágico. Nabil estaba más embobado que nunca y Theo tenía una sonrisa permanente en el rostro. Sus empleados parecían curiosos al asunto pero desde luego nadie se atrevía a preguntar.


Theo había llegado al punto de incluso juguetear por los pasillos con los nuevos productos de la empresa causando alboroto. Apenas una semana después de que su romance con Nabil llegase a su punto más alto con aquella "noche especial" Theo se detuvo frente a la cafetería de la empresa donde todos parecían estupefactos observando el noticiero en la enorme pantalla del comedor. Desde luego la mayoría se encontraba interesados porque la noticia hablaba de una demanda de plagio contra uno de los mejores programadores de la industria. Viendo el rostro de su amante en pantalla, Theo frunció el ceño.

-¿Qué significa esto?- preguntó a su secretario que en ese momento caminaba a su lado. El hombre observó la pantalla y se ajustó las gafas.

-Nada de importancia, descuide jefe. Demandas como estas aparecen cada cierto tiempo, entre más esperado es el nuevo juego más y más denuncias falsas aparecen. No esperaba que esta vez se hiciera público-. Theo asintió, no dudaba ni por un segundo del trabajo de Nabil.

Frunció el ceño cuando algo en la pantalla llamó aún más su atención. Había reporteros pidiendo la opinión de Nabil frente a su casa. Theo arqueó una ceja, aquel edificio no era en el que Nabil vivía... ¿qué hacia ahí?

Nabil respondió un par de preguntas y después caminó a su auto y entró. Ahí estaba el viejo Bill, un extraño sentimiento se alojó en una esquina del corazón de Theo. Una que había intentado erradicar desde el día de San Valentín, cuando había notado la extraña ropa que usaba Nabil. Era un tipo de ropa que él jamás había visto.

-Nico ¿puedes enviarme el archivo completo de Nabil?- preguntó sin quitar la vista de la pantalla. El no desconfiaba de Nabil, Nabil era un sueño, el amor que creyó no existía... pero sentía que había algo que no estaba viendo y no podía quedarse quieto.

-Theo, si no te hablé de esto es porque estamos seguros de que es una acusación falsa. Ya lo he revisado, no tiene ningún fundamento valido, tranquilo, limpiaremos su nombre- Intentó persuadirlo.

Theo asintió.

-Lo sé, solo... envía ese archivo ¿ok?- le pidió apartando la mirada de la pantalla y encaminándose a su oficina. Había revisado una vez ese archivo de manera superficial, prestando más atención a los datos profesionales que a los personales, pero eso había sido cuando su interés estaba en el programador. Ahora era diferente, Nabil era su amante, así que había intentando mantener la tentación de ver su expediente personal. Además no creía necesario averiguar nada de ahí, Nabil estaba loco por él, frente a él no había secretos, si quería saber algo solo debía preguntarlo pero... recientemente no estaba tan seguro de ello.

Apenas se había sentado frente a su escritorio cuando su celular vibró ante la notificación del correo electrónico recibido. Suspiró y desde el comando táctil de su escritorio abrió el archivo mostrando todo el contenido en la pantalla que hacía de pared de cristal. Dudando de lo que hacía, intentó ver primero los asuntos legales, efectivamente había muchos antecedentes de denuncias de plagio, todas falsas. Después de más de una hora leyendo y releyendo página tras página de contratos y detalles que no le importaban, se atrevió a revisar su archivo personal.


Nombre... edad... número telefónico...

Bien, todo estaba bien, solo había sido una tontería suya, bueno, él no tenía su número fijo, pero carecía de importancia, tenía el móvil así que eso era mejor... no tenía importancia. Entonces leyó la dirección escrita como referencia y en su identificación...

No era la que él conocía.

Theo se quedó frente a la imagen varios minutos, pensando en las posibilidades. Probablemente Nabil había cambiado de dirección recientemente y por eso no había cambiado sus datos... además Bill recogía toda su correspondencia referente a la empresa él mismo. Ellos no enviaban nada así que... no había razón para cambiarla... Con esos pensamientos tranquilizó su corazón.

Decidió que esa misma noche visitaría a Nabil y todo quedaría olvidado.

Esa noche Theo apareció sorpresivamente en la puerta de Nabil. Había ido tantas veces que la seguridad ni siquiera se inmutó al verlo. Estacionó su auto y tomó el elevador. Sonriendo y con el corazón acelerado y nervioso esperó a que las puertas se abrieran en el piso indicado y tocó el timbre del intercomunicador. Nadie respondió. Llevaba unos cinco minutos tocando sin respuesta cuando el elevador se abrió y un hombre joven con una bolsa de supermercado salió. Theo le vio de reojo y suspiró dejando de tocar, quizá debería llamarlo. Si no estaba durmiendo o en el baño quizá estaba fuera.

-No debe estar y si está no quieres que abra- le habló el joven que justo abría la puerta de su propio departamento. Justo frente a la de Nabil.

-¿Perdón?- preguntó extrañado, ¿por qué demonios no iba a querer que le abriera?

-El dueño de ese departamento no vive aquí, usa el lugar como motel de paso- suspiró- de verdad, abarata este lugar- se quejó- supongo que te trajo aquí antes- el hombre parecía tener problemas para recordar la contraseña de su departamento- maldición, siempre la olvido- suspiró y comenzó a buscar en sus bolsillos la tarjeta de acceso- como sea, deberías renunciar, escuche que recientemente tiene uno "fijo", dicen que es un espécimen de calidad Premium- se rió por lo bajo y justo encontró su tarjeta- tu sabes, perfecto cuerpo, hermoso ros...- dejó la frase a medias al levantar la mirada y encontrarse de lleno con los preciosos ojos azules del hombre. Le vio de arriba a abajo y pasó duro- supongo que eres tú ¿no...?- pasó su tarjeta de acceso rápido y abrió su puerta entrando como si hubiese visto a la misma muerte. Con el rostro completamente rojo- Disculpa, hablé de más, buenas noches- y cerró la puerta de golpe.

El silencio se extendió casi treinta segundos en el pasillo. Theo estaba en blanco, sin saber qué hacer con lo que acababan de decirle. Con mano temblorosa digitó el código que tantas veces había visto a Nabil poner en el teclado y el sonido de la puerta abriéndose le indicó que no recordaba mal.

En silencio, el joven amante entró en el departamento, por primera vez lo vio con verdadera atención. Todo parecía limpio... ni una foto, premio, ni siquiera un cuadro que reflejase la personalidad de Nabil. Aún con algo de esperanza revisó la habitación, no había nadie, tampoco en el baño, también faltaban los artículos personales. Aquello parecía efectivamente la lujosa habitación de un hotel y aun así probablemente un hotel tendría más personalidad, un toque del dueño del mismo, pero eso no sucedía en ese departamento.


Theo se quedó quieto en medio de la habitación, no había nada de Nabil ahí... ni siquiera el aroma de su shampoo quedaba, evidentemente tampoco nada suyo, todo había sido limpiado con cuidado. ¿Eso era lo que ellos significaban? ¿Nada? Casi sin ánimo abrió el armario, había poca ropa y toda era del estilo que normalmente veía en su pecoso pelirrojo, quiso sonreír, pero no pudo.

¿También su apariencia frente a él era falsa?

Tristemente, el muchacho rubio caminó por el departamento que era tan conocido y ahora le parecía tan extraño. Solo había botellas de agua en el refrigerador, alcohol en el bar y prácticamente nada en la alacena. Se sentó en uno de los perfectamente limpios y blancos sillones de la sala y se quedo ahí por más de una hora, quizá esperando que Nabil entrara y le dijera que todo era una confusión, que no había tenido tiempo de mudarse completamente, que comía siempre fuera, que ni siquiera había un ordenador ahí porque siempre cargaba su laptop con el...que usaba una ropa diferente el día de san Valentín por que Bill se la regaló...

La noche dio paso al día. La luz de la mañana entró por la ventana y Theo tuvo que aceptar que Nabil no aparecería. Lo había estado engañando... él, el prodigio, el as en la industria, el hombre experimentado... había bailado en la mano de aquel chiquillo al ritmo que le marcaban.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras un par de lágrimas escapaban de sus ojos.

Vaya... se llevó una mano al pecho, así que así se sentía tener el corazón roto.

-Asfixiante...







Cinderella Boy's Escape III y IV

En este capítulo no hubo imágenes porque no podía subirlos, pero Daniel decidió seguir publicando sin revisar y sin dibujos, así que los siguientes estarán así.. solo la versión final verá esos cambios. El siguiente capítulo se los dejo aquí también


Capítulo 3



Una semana después del último robo la madre de Desya regresó, como éste suponía, por más dinero. Para decepción de Desya la mujer ni siquiera se inmutaba ante la mención de enviar a su hijo a robar, no le preocupaba de dónde sacaba las monedas mientras pudiera dárselas y aún más decepcionante era que ni siquiera parecía en lo más mínimo agradecida o al menos preocupada.

Esa noche Desya volvió a colocarse el traje negro y el antifaz y se coló dentro de la habitación del príncipe sintiendo el corazón acelerado. El negocio no iba tan bien como para poder darle a su madre el dinero que le pedía de sus propios fondos pero estaba seguro que si podía controlar a su madre y su hermana no sería tanto problema volver a ser una familia próspera. Sin embargo... él aún había ido a aquella habitación sin protestar...

La enorme estancia estaba a oscuras.

Mirando por la habitación Desya suspiró decepcionado al notar que aquel arrogante príncipe no estaba cerca, al instante notó lo estúpido de aquel sentimiento y se regañó mentalmente. ¿Quién sabía si aquel sujeto no había puesto alguna clase de trampa? Aun en la oscuridad vio con sospecha el cajón en el que se suponía estaba el oro que debía robar y suspiró de nueva cuenta. El joven ladrón estaba preparado para aquel hurto así que se sacó el cinturón ornamental de tela que llevaba en la cintura. Por dentro tenía un delgado alambre que podía ser moldeado, formó un gancho de poco más de un metro y con cuidado lo uso para abrir el cajón. Al notar que nada sucedía se acercó con cuidado y descubrió en efecto solo la bolsa que debía contener el oro.

Usando el gancho sacó la bolsa de un tirón y ésta voló hasta caer en sus manos enguantadas. Nada pasó. Desya miró sospechosamente la bolsa, se sentía y pesaba como la bolsa anterior, pero ese sentimiento de que era demasiado bueno para ser verdad no lo abandonó.

-Eres un ladronzuelo desconfiado, no pienso poner ninguna trampa en el dinero- la voz acompañada de una risita burlona vino desde el balcón y el príncipe que creyó no se encontraba en la habitación salió de alguna parte junto a las gruesas cortinas-. Te he estado esperando, comenzaba a pensar que no aparecerías- se quejó, aunque su tono decía lo contrario.

Maximillian siempre había estado seguro de que aquel ladronzuelo aparecería en cualquier momento, después de todo ¿qué clase de ladrón sería si desaparecía?

-Entonces agradezco la generosidad de su alteza- Desya hizo una reverencia burlona sin intenciones de moverse de momento. LeRose estaba obstruyendo su vía de escape por el balcón y definitivamente no podía dejarle saber que conocía el pasadizo que llevaba a su habitación, así que solo quedaba atraerlo a él y crear una brecha para poder saltar por la ventana. La situación no era la mejor, estaba en el territorio de aquel príncipe, rodeado de sus guardias con el sujeto obstruyendo su camino, pero aún así no había miedo en su corazón, solo una indescriptible emoción.

-El juego es divertido pero esperar todos los días por ti es tremendamente aburrido- se quejó el príncipe- ¿Qué te parece esto? dejaré cinco monedas de oro más en ese cajón, pero será solo cada inicio de semana.

Desya soltó una sonrisita traviesa.

-¿Qué tan idiota cree que soy? ¿Pretende que le diga exactamente que día estaré aquí para que pueda apresarme a gusto?- preguntó jugando con la bolsa de monedas en su mano derecha, lanzándola al aire y atrapándola como si se tratara de una pequeña pelota.

-Me parece un trato justo, seremos solo tú y yo. Veinticinco monedas de oro por evitarme y salir de esta habitación ¿qué defecto encontrarías en este trato? Ya que estas aquí ¿no significa que estás dispuesto a jugar conmigo? Es perfectamente razonable colocar algunas reglas- aseguró con una sonrisa. Desya observó fascinado el apuesto rostro parcialmente iluminado por la luna. Todos sabían que el príncipe heredero era un hombre que embelesaba corazones solo con su presencia pero también era sabido que las sonrisas eran inexistentes en su rostro, ¿cómo era pues que podía presentar una sonrisa tan traviesa y juguetona frente a él? Solo observarlo el corazón le dio un vuelco.

-¿Qué garantía tengo de que no me emboscará la próxima vez que venga?- preguntó ladeando el rostro, sentía el pecho y las mejillas calientes, solo hablar con ese hombre lo tenía algo sofocado y la sonrisa amplia no se borraba de su rostro. Desya no era consciente de ello en esos momentos pero estaba experimentando todo el remolino de emociones que conlleva el primer amor de un adolescente de sangre caliente, aunque él ya no era un adolescente, su primer enamoramiento aún se sentía así.

-Tienes la palabra de este príncipe- aseguró orgullosamente LeRose, aunque Desya solo rió bajito.

-Históricamente esa no es una razón muy confiable- la realeza estaba llena de trampas y traiciones ¿cómo podía confiar solo en la palabra de aquel sujeto? Pese a lo insultante del comentario, a Maximilian no le ofendió, sorpresivamente, incluso para él, la respuesta solo le hizo sentir que aquel joven ladrón era algo aún más entretenido.

-Tampoco tengo razones para creer que vendrás solo la próxima vez, podrías secuestrarme e incluso matarme, pero algo me dice que no lo harías...- y era cierto, había un cierto orgullo en aquel muchacho que le impedía verlo como alguien tan rastrero. Desya estaba algo cegado por lo atraído que se sentía por aquel príncipe y terminó asintiendo a pesar de lo peligroso que era aquel juego.

-Bien... tienes un punto en eso príncipe. Ahora veamos cómo piensas detenerme- le retó. Subconscientemente ambos sabían que Desya saldría por ese balcón sin ninguna duda.

Maximillian sonrió enigmáticamente y llevó la mano su espalda, Desya se puso alerta y se preparó para evitar cualquier tipo de arma que pudiera lanzarle pero lo que no espero es que un refinado príncipe como aquel el realidad lanzara un látigo contra él. Rápidamente intentó evitarlo pero no fue lo suficientemente rápido, el arma se enrollo en su tobillo y lo jaló hacia Maximillian haciendo que trastabillara y casi callera al suelo.

Los reflejos de Desya podrían no haber sido lo suficientemente buenos como para evitar el sorpresivo ataque pero si fueron lo suficientemente buenos como para evitar caer cual peso muerto de espaldas. Logró sostener a medias su cuerpo con el brazo izquierdo, un nuevo tirón del látigo lo dejó completamente tendido y medio metro más cerca del príncipe que se había movido ágilmente sobre él presionándolo contra el suelo.

Ambos hombres forcejearon, desde fuera podía parecer una pelea feroz por el control pero solo viendo los rostros afiebrados de los participantes uno podía decir que aquello no era más que una extraña forma de coqueteo.

-Ríndete ladronzuelo, eres mío ahora- se regocijó Maximillian, pese a que sabía que aquel ladrón estaba lejos de rendirse a él.

-¿Siempre da por sentado el pez en el lago antes de tenerlo en su anzuelo?- preguntó con burla logrando colocarse sobre el príncipe. Éste sonrió cual depredador.

-Tienes una boca bastante rápida con las palabras, me gustaría probar que tan bueno es su sabor- la afirmación dejó sofocado y sin palabras a Desya e incluso le hizo aminorar su forcejeo. Una cierta actitud tímida apareció en el muchacho solo avivando el deseo del príncipe.

Sin pensárselo Maximilliam atacó la boca ajena, no se preocupó por seguir inmovilizando los brazos ajenos, directamente los soltó y tomó aquel rostro dando un beso demandante y exigente, uno que no pidió permiso para entrar en la boca ajena y directamente mordió y forzó la entrada saboreando su interior.

Desya, sorprendido por el movimiento no supo cómo reaccionar, el cosquilleo en su lengua se extendió por toda su boca, hacia su pecho y finalmente se alojó estremeciendo su vientre bajo. El joven conde jamás imaginó que un beso podría ser tan intenso, tan apasionado ni mucho menos tan reclamante. Estaba jadeante cuando terminó.



-Un sabor en verdad bueno- la voz ronca del príncipe hundió a Desya aún más en el momento y sin pensarlo rodeó su buscando otro beso y por supuesto lo obtuvo.

Capítulo 4



Lo que en un principio había sido un forcejeo por separce se había convertido en un forcejeo apasionado por buscar estar mas cerca el uno del otro, las manos atrevidas del príncipe acariciaron superficialmente la cintura y cadera ajenas, apenas tocando las zonas mas seguras, sabiendo inconscientemente que si tocaba de mas el momento se terminaría.

No fue ninguno de los dos amantes quien rompió el momento, los besos apasionados se volvieron sensuales solo para volver a ser salvajes hasta que el impertinente sonido de la campana en la torre del reloj de palacio marco el inicio de una nueva hora, solo entonces ambos despertaron del sueño. Maximillian sabia que debía detener inmediatamente la partida del ladron pero este fue mas rápido. Asustado por su propia actitud su cabeza se enfrio mas rápido y antes de poder ser detenido corrió al balcón lanzándose y perdiéndose entre los arboles debajo. 

LeRose le vio partir con sentimientos encontrados, por un lado no estaba satisfecho aun con lo que había obtenido, la pasión y el deseo aun quemaban bajo su piel, pero tampoco era tan impaciente, solo tenia nque esperar siete días mas para volver a verlo.

Los encuentros entre Maximillian y Desya después de eso estaban lejos de ser lo que había parecido en un principio. El par de muchachos seguía una rutina que los iba volviendo un poco mas locos cada vez. Sin falta Desya entraría cada principio de semana en la habitacion, en la oscuridad Maximillian esperaría hasta escuchar el sonido del cajón y saldría del balcón solo después de que Desya asegurara la bolsa de dinero en su cintura. Solo encontras maximillian intentaría atraparlo, Desya le permitiría atraparlo solo para dejarlo hacerse de su boca hasta que el reloj los interrumpiera y por nacuerdo mutuo y silencioso Desya "escaparia" de aquellos brazos al balcón y se perdería en la noche.

Sin notarlo paso asi medio año. Desya había logrado levantar el viñedo hasta eliminar por completo los números rojos y aunque tomaba el dinero de Maximillian era ya muy poco el que en verdad utilizaba. Había ido disminuyendo el dinero que le daba a su madre poco a poco hasta ser una cantidad que el mismo podía solventar. No había sido fácil, su madre ni siquiera le hablaba, aun bajo la promesa de que en cuanto los negocios familiares fueran mejor su asignación seria mas grande no logro mover el corazón de la mujer. 


Ella ni siquiera recogía el dinero personalmente, si no que enviaba a una viaja sirvienta para que lo recogiera por ella. Desya no podía decir que el trato de su madre no le doliera pero no podía ser débil, no mas. Ademas aunque no fuera agradable aceptarlo su vida era mas fácil si su madre no le hablaba. Por otro lado las visitas al príncipe lo tenían lo suficientemente entusiasmado como para tener su corazón anhelante del principio de semana.

Después de seis meses los besos hambrientos habían comenzado a ir acompañados de caricias cada vez mas intimas y aquella noche en especial Desya había permitido que la mano ajena se deslizara en sus pantalones acariciándolo íntimamente, mientras se mantenía sometido a "la fuerza" contra la cama.

-príncipe- gruño sintiendo los atrevidos besos de este en su cuello mientras la mano grande y firme acariciaba su miembro duro y húmedo en sus pantalones, estaba tan loco de deseo que no se había siquiera planteado detenerlo.

-quédate conmigo ladronzuelo- LeRose susurro en el oído ajeno con la voz ronca de lujuria.

-¿que?- Desya se tensó ante el pedido, Maximillian nunca había pedido algo asi hasta ahora, la petición envió su corazón a la locura, cual caballo salvaje en su pecho. Ellos habían jugado aquel juego de pelea y sometimiento durante ya medio año, sus intercambios de palabras siempre eran burlones, cínicos y descarados. Un pedido como aquel nunca había aparecido, sin falta al sonar la camapa del reloj Desya siempre "escapaba" y Maximillian cumplia su palabra en no perseguirlo.

-justo eso...- Maximillian mordisqueo la oreja ajena acariciando con especial cuidado el miembro ajeno en un intento por volverlo mas débil a el- ambos disfrutamos esto ¿por qué detenerlo al sonar la campana? - pregunto y Desya atino a avergonzarse un poco pero su excitación no disminuyo en lo mas mínimo.

Desya giro levente el rostro buscando los ojos del hombre tras el. Justo en ese momento Maximillian lo tenia "inmovilizado" contra la cama, pero su agarre ni siquiera era fuerte, apenas posesivo y demandante.

La duda brillo en aquellos ojos, por un segundo el verdadero Desya, el muchacho honesto y simple salió a flote sonrojándose.

-Sobre el dinero...- Desya comenzó a hablar, el no necesitaba el dinero, en realidad no quería seguir tomando aquella pesada bolsa de monedas que se llevaba cada semana, el simplemente seria feliz si pudiese quitarce la mascara. Poder besarlo sin restricciones y escuchar su nombre en aquellos labios-yo...- simplemente no sabia como decirle lo mucho que el queria estar a su lado fuera de aquel juego-.yo...ah...- Desya no sabia que decir, el anhelo en sus ojos no paso desapersivido para el príncipe aun en la semioscuridad.

-no tienes de que preocuparte- le acaricio y volvió a besar el cuello expuesto logrando que Desya entrecerrara los ojos dócilmente. Maximilliaam no podría haber estado mas encantado, en todos sus encuentros era la primera vez que le veía bajar la guardia asi. Solo verlo sentía deseos de ofrecerle todo cuanto deseara- no tengo ningún sirviente de cama, seremos solo tu y yo –aseguro-y respecto a los robos... te aseguro que nadie podrá tocarte-prometió en el oído ajeno- te dare todos los lujos que quieras- lo acaricio suavemente- podremos disfrutarnos cuando queramos y no esperar tontamente por un dia a la semana- la voz de Maximilian era seductora en el oído de Desya pero esto no causo el efecto que el príncipe esperaba. En su mano claramente pudo sentir como el deseo se evaporaba del cuerpo ajeno. Busco los ojos del ladrón pero no pudo encontrarlos. Desya ya había vuelto el rostro escondiendo su rostro de el-que sucede?- pregunto genuinamente confundido.

El joven ladron no reaccionó inmediatamente, se quedó paralizado por un par de segundos antes de y apartarse del abrazo ajeno. Desya aparto las manos ajenas de su cuerpo y salió lentamente de la cama. Parecia confundido y pensando que su proposición quizá lo tenia en shock, el príncipe lo dejo levantarse.

-no miento...- le aseguro, preguntándose si su oferta había sonado demasiado engañosa- te dare todo cuanto me pidas, no necesitas 20 miserables monedas de oro cada semana si estas a mi lado.

Maximillian estaba seguro que su oferta era lo suficientemente tentadora como para hacer caer de rodillas a aquel muchacho ambicioso, como podía siquiera imaginar que su fría proposición acaba a de romper el corazón de su pareja?

Solo después de escuchar la "generosa" propuesta de Maximillian Desya noto lo idiota que había sido, la extraña relación que creía que había formado con aquel sujeto estaba solo en su cabeza, el genuino interés estaba solo en su corazón.

¿Sirviente de cama?

Desya apretó los labios para no emitir un quejido y después de notar que no estaba malentendiendo el asunto comenzó a arreglarse la ropa ¿Que clase de conde aceptaría ser un sirviente de cama? No importa que tan enamorado estaba ya Desya en aquellos instantes, la propuesta del príncipe no solo había roto su corazón, había además pateado directo en su orgullo.

El no había pensado en poner nombre a su relación en ningún momento, si maximilliam le hubiese pedido simplemente que se quedara esa noche, que se quitaran las mascaras y olvidaran aquel juego el probablemente habría aceptado como un idiota y se habría entregado en bandeja de plata, por suerte el principete le había puesto los pies en la tierra dejándole claro la posición que tendria

Aun si un conde podía rebajar su orgullo y ser el sirviente de cama de un príncipe ¿Qué corazón enamorado podría soportarlo? Definitivamente no el de Desya.

-se que dice la verdad- hablo sin dejar que el príncipe mirara su rostro, por temor a que pudiese adivinar sus sentimientos de humillacion - desgraciadamente no volveremos a vernos- sonrio amargamente y le dedico una ultima mirada. No podría...no se atrevia a volver a mirarlo jamas, nadie podría imaginar cuan avergonzado y humillado estaba en esos instantes- Adios príncipe- se despidió a media voz y corrió al balcón antes de que Maximillian pudiese detenerlo.

Cuando Maximillian vio aquella familiar espalda corriendo al balcón supo que las palabras dichas eran ciertas, aquel ladronzuelo no tenia intención de nvolver.

-no!- se alarmo e intento alcanzar a su presa, pero para cuando se levanto de la cama y alcanzo el balcón ya no había rastroz de su ladron.

Que había pasado? Como había llegado a eso? No lo tenia ya en sus manos después de seis meses de avance lento? Como era posible que su preciada presa se le escapara asi?

-maldicion!!!- grito frustrado azotando el puño en la baranda del balcón. No podía ser, imposible!! El no iba a dejarlo escapar asi como asi.

El príncipe centro su mirada brillante y llena de rabia en el bosque en el que aquel ladron había desaparecido. Ese ladronzuelo era suyo, podía decir que no se volverían a ver pero hacia falta ver si el estaba dispuesto a aceptarlo.



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